Por: Ernesto Cantú M.
La Alcaldesa Cristina Díaz Salazar ya no oculta sus intenciones de querer heredarle el puesto a su hijo Tomás Montoya.
La situación ha llegado al extremo que el Primer Informe de Gobierno de la administración 2021-2024 de Guadalupe, se convirtió en una galería de imágenes del hijo de la Presidenta Municipal.
Además de acudir a todos los eventos oficiales, Montoya se “placea” por los diferentes sectores de la ciudad y no lo hace solo, sino con un equipo de más de 10 personas que lo apoyan en la logística y distribución de apoyos.
¿Con qué dinero se pagan esas giras por los barrios? Con el presupuesto municipal, sin duda, bajo el argumento de que se trata de actividades del DIF, cuando en realidad en los hechos es ya una campaña electoral, en la que se visita casa por casa, se saluda gente y se dan los apoyos.
Mientras en la mayor parte de ‘Garralupe’ sufren por baches, aumento en la incidencia delictiva, luminarias apagadas y parques en el abandono, por mencionar solo algunas problemáticas, el dinero se va en posicionar a Tomás Montoya, quien no termina de convencer a la población.
Secretarios, directores y coordinadores trabajan dentro y fuera de horario de oficina, como operadores políticos de Montoya, se están reestructurando en este momento las redes de vecinos y cada líder de grupo cuenta con su caja chica.
Es precisamente el manejo discrecional de fondos en esas cajas chicas una de las observaciones no solventadas por el municipio guadalupense, según el informe de cuenta pública 2021, realizado por la Auditoría Superior del Estado (ASENL).
Pese a esto, y faltando 2 años para las próximas votaciones, ya circula una encuesta telefónica que coloca a Tomás Montoya como posible candidato a la Alcaldía de Guadalupe, por una eventual alianza del PRI, PAN y PRD.
Sin embargo, algunos tricolores cuestionan los méritos que tiene Tomás dentro y fuera del partido para aspirar a un cargo de tal envergadura, por eso Cristina como toda buena madre hace penitencia y se sacrifica tocando puertas para que su hijo sea el ungido.
El detalle es que Cristina ya perdió el pounch que tenía hace algunos ayeres cuando su nombre imponía respeto dentro del partidazo. Ahora ni siquiera le contestan el teléfono y la dejan largas horas esperando para ser atendida en la sede tricolor en donde se le ha visto muy seguido.
Ni hablar.