Por: Ernesto Cantú.
No se puede entender que la refinería de Cadereyta continúe operando pese a que está enfermando y matando a los ciudadanos de Nuevo León por su contaminación.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador en lugar de ordenar su clausura de inmediato, se pone a decir que es un tema que está siendo tomado con propósitos políticos.
«Estamos en temporada electoral, todo se usa con propósitos políticos, electorales o politiqueros, de modo que es un asunto que hay que atenderlo, pero esperar a que se asienten las cosas», expresó el Mandatario hace unos días.
Hay que invitarlo para que se pasee por Cadereyta, por Juárez, o por la comunidad de San Juan, donde sus habitantes ya no pueden ni tender su ropa porque se les mancha de polvo negro, sin contar que tienen que permanecer en el interior de sus viviendas por el aire sucio que respiran.
Que no nos salgan que es un asunto político, porque no es cierto, con la contaminación de la refinería, no solo sufre la gente mayor, los niños, las mujeres embarazadas, la padecemos la mayoría de los habitantes del área metropolitana de Monterrey, sean chicos, o sean grandes, a todos nos afecta.
Los parques que anteriormente lucían abarrotados por familias, deportistas y paseantes, ahora están prácticamente vacíos, no se soporta el mal olor con todo y cubre bocas.
Es lógico que gran parte de los ciudadanos de Cadereyta y sus alrededores se opongan al cierre de la planta porque es su fuente de empleo, y que el Alcalde Cosme Leal, también esté en contra del cierre o reubicación de la Refinería, –por las aportaciones que hacen al municipio–, claro está, pero hay que decirlo, la vida no retoña, y trabajo hay por todos lados, cuestión de buscarlo.
¿Quién se va a echar ese trompo a la uña?