Por: Los Analistas.
A más de uno de los Alcaldes de Movimiento Ciudadano en Nuevo León se les va a borrar la sonrisa muy pronto.
Eso de gobernar cobijados por el brillo de Samuel García ya está por acabarse, y cuando llegue el 2027, más de uno va a sudar frío tratando de reelegirse (los que pueden por Ley) sin el respaldo del ‘fosfo fosfo’.
Durante los primeros años ser Alcalde naranja era como traer pase VIP, todos querían la foto con Samuel, las cámaras los seguían y los proyectos caían en cascada.
Con el tiempo, la magia se fue acabando. Los vecinos empezaron a pedir resultados, no reels ni TikToks. Con las calles llenas de baches, inseguridad, que el camión de la basura no pasa, fueron factores para que se terminara la luna de miel.
El único que la está librando con estilo es Héctor García, el Alcalde de Guadalupe. Este compadre sí ha sabido jugar sus cartas: mantiene la ciudad en orden, la gente lo ve chambeando y hasta le reconocen que le mete mano dura a los servicios.
No por nada lo nombraron el mero líder nacional de los Alcaldes naranjas. En pocas palabras, es de los pocos que no se anda escondiendo detrás del Gobernador Samuel García.
Pero el resto… ¡ay nanita! Algunos ya andan más preocupados por las encuestas que por tapar baches. Otros nomás se toman fotos inaugurando bancas y jardineras como si eso fuera obra monumental.
Claro, en sus entrevistas dicen que ‘vamos bien’, pero los ciudadanos ya no se tragan ese cuento. El color naranja ya no dislumbra como antes, y eso se nota hasta en las colonias donde antes MC arrasaba.
El gran problema es que, sin el cobijo de Samuel García, muchos se quedarán sin quién les haga segunda. Porque Samuel anda en lo suyo, más enfocado en pelear presupuestos, viajar o cuidar su imagen, que en andar levantando la mano por los Alcaldes.
Y no lo culpen, el juego político ya cambió, y para el 2027 cada quien va a tener que rascarse con sus propias uñas.
Así que esos ediles que sueñan con reelegirse o brincar a otro cargo deberían irle bajando al ego y subiéndole a la chamba, porque la raza ya no perdona, y menos cuando ve que las calles están hechas garras, los parques llenos de basura o los policías nomás brillan por su ausencia.
El ciuidadano común ya no compra el discurso del ‘nuevo Nuevo León’, lo que quiere es que le cumplan, no que le hablen bonito. La neta es que el panorama para los Alcaldes naranjas no pinta colorido.
Sin el impulso mediático del Gobernador y con los reflectores apagándose, más de uno se va a dar cuenta de que el poder prestado dura poco. Héctor García será la excepción, pero los demás, van a tener que sudar la gota gorda si quieren repetir.
Y así como va la cosa, no sería raro que algunos terminen buscando nuevos colores para seguir colgados del hueso. Porque una cosa es gobernar con la bendición del Gobernador y otra muy distinta hacerlo sin su sombra y su proteccción.
En pocas palabras, se acabó la fiesta naranja, ahora viene la cruda.
